Noviembre del 2006
Irse a Piura es un viajecito vago de 12 horas, todo en llano, pero Venezuela era otra cosa: eso implicaba irse por avión. El solo concepto se veía agigantado; mínimo 8000 dólares, ¿de dónde íbamos a sacar esa cantidad?
Se dice que cuando se desea algo de manera fervorosa, el universo entero conspira para que se realice, en esos tiempos estrenamos presidencia nueva la del Dr. Luis Félix López, él comenzó ayudarnos económicamente con movilización y cuando le fui con el proyecto para viajar al XX Festival de Coros de Miranda del estado de Los Teques, no me dijo que sí, pero tampoco me dijo que no, lo cual era una buena noticia.
El caso fue que comenzamos a reunir dinero todos los del coro haciendo todo tipo de actividades y la Casa de la Cultura finalmente nos ayudó con una parte del dinero para comprar los pasajes, así de repente para Agosto del 2006 habíamos ido hasta Avianca y compramos 25 pasajes por $8125.40, cuando finalmente llegamos a Maiquetía en Venezuela, Priscila Contreras y el director bailaron de felicidad porque así lo habían prometido ¡estábamos en Venezuela!Irse a Piura es un viajecito vago de 12 horas, todo en llano, pero Venezuela era otra cosa: eso implicaba irse por avión. El solo concepto se veía agigantado; mínimo 8000 dólares, ¿de dónde íbamos a sacar esa cantidad?
Se dice que cuando se desea algo de manera fervorosa, el universo entero conspira para que se realice, en esos tiempos estrenamos presidencia nueva la del Dr. Luis Félix López, él comenzó ayudarnos económicamente con movilización y cuando le fui con el proyecto para viajar al XX Festival de Coros de Miranda del estado de Los Teques, no me dijo que sí, pero tampoco me dijo que no, lo cual era una buena noticia.
Venezuela fue una experiencia que por más que la describamos nunca se entenderán en su verdadera dimensión, conocimos coros magníficos, fuimos ovacionados, vivimos en comunidad con integrantes de otros países, estuvimos a la una de la mañana en una carretera de tierra con una lluvia que parecía el diluvio y todo el coro muerto de risa, en una situación donde otros grupos corales participantes estaban amargados, y Luis Emilio Rondón y su gente del Ateneo de Los Teques, nos abrieron su corazón y su vida para volverse amigos entrañables del Coro de la Casa de la Cultura.
Venezuela: ¡inolvidable!
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