Coro de la Casa de la Cultura, Núcleo del Guayas

GIRA ARGENTINA 2010

Llegamos temprano, el festival “Buenos Aires Coral” nos esperaba el 29 de octubre pero por cuestiones que no vienen al caso terminamos el 28 por la tarde. La ciudad nos recibió obsequiosa a pesar del deceso de un Ex – Presidente muy recordado “y, bueno, la vida es un tango” parecía decir a la par que nos abría las puertas ofreciendo lo mejor de ella, y si: si la vida es un tango la ciudad está impregnada de ella, Carlos Gardel está en cada esquina de los teatros donde ofrecen espectáculos de tangos, apostando a los caballos, apostando la vida y cantando cada vez mejor.

El primero que nos hablo fue Maximiliano Mancuso, hombre joven y vital que nos llamó para darnos algunos datos e informarnos que quien nos acompañaría seria su padre, el reconocido director de coros Mario Mancuso. El 29 por la mañana apareció por la puerta del hotel un señor muy elegante, de rostro sonreído, algo pícaro, preguntando por el coro, parecía un guayaco de la vieja escuela, enseguida nos cayó bien.

Él nos llevó a Saladillo, una ciudad situada a tres horas de distancia de Buenos Aires, un lugar donde todos quisiéramos vivir y que nos recuerda que el mundo podría ser mejor si fuéramos como su gente.

Su recibimiento fue cálido, con pequeños carteles de bienvenida pegados en vallas de la calle principal de la ciudad. Disfrutamos del mejor asado de nuestras vidas y cantamos mucho en el teatro español de Saladillo (con el tradicional “una más y no jodemos más”), después fuimos a 25 de Mayo ubicada a 50 minutos de Saladillo, En la noche hicimos nuestro concierto de gala en el teatro donde el público nos ovacionó.

Ya de vuelta en Buenos Aires nos recibe el maestro Maximiliano Mancuso, nos da la bienvenida y nos entrega La identificaciones respectivas a cada integrante del coro, el gafete llevaba inscrito el nombre de nuestra patria en letras grandes, algo que nunca dejará de sorprendernos: no somos Casa de la Cultura, ni siquiera Guayaquil, somos Ecuador: la tierra de los seres imaginarios, detrás de nosotros, un país entero, mudo, solo, absorto, nos contemplan.

Lo demás es lo que fuimos a hacer: cantar, y bien, con la insoportablemente liviana responsabilidad de que donde vamos seremos escuchados, evaluados, aplaudidos o criticados; pero todo resulta bien, nos hemos preparado un año entero para esos momentos y sabemos que hacer y cómo hacerlo, el éxito es inmediato y todos – El público Argentino y nosotros – no podríamos pedir más.

¿Y los recuerdos?, cada día más lindos, El Maestro Mario Mancuso contando las queridas anécdotas sobre Mariano Mores, Gardel y Maradona (prometemos no repetirlas), la maestra Silvia Blanco que parecía multiplicarse como los panes y los peces para que todo estuviera perfecto, los amigos del Coro de Saladillo que nos los llevamos en el corazón, Gonzalo que nos regala su medalla obtenida en Buenos Aires y que la pondremos en nuestra vitrina como el mejor premio jamás alcanzado, al querido amigo Aldo Raúl Catullo del Municipio de Saladillo y el señor Intendente Carlos Antonio Gorosito que nos emocionó con sus palabras de bienvenida. Los amigos del coro de Uruguay, y su director Enrico Benvenuto, El Coro de Chile con su director Rene Peñaloza hombre carismático que nos presentó el talento de los jóvenes estudiantes de la Universidad de Talca.

En Buenos Aires el maestro Jorge Aragona y la coral Urquiza con un trabajo digno de encomio por sus resultados, Maximiliano nos presenta uno de sus coros, el de la universidad de Belgrano donde conocemos al tigre por su huella, Martin Palmieri talentoso compositor y director de coros nos regala el tema venezolano “la puerca” con su coro de la Municipalidad de “Vicente López”, Maximiliano nuevamente nos recibe con el estupendo coro de la Municipalidad de Bransen, ganadores de premios internacionales.

Una de las presentaciones resultó ser en la Cancillería Argentina en un evento organizado por la Embajada ecuatoriana, el mejor momento fue cuando el cantante Argentino Piero nos fue a saludar con esa sencillez de hombre comprometido con su imagen de latinoamericano sin poses y también el saludo muy amable de la ministra de cultura ecuatoriana Erika Sylvia Charvet después del concierto. Eso lo bueno, lo malo fue que no pudimos hacer un concierto muy largo, por disposición de la embajada y eso que el público argentino y ecuatoriano nos trató muy bien. La nota fea la puso el descuido de la misma Embajada Ecuatoriana que para cuando salimos no nos dejaron ni una “degustación ecuatoriana” (así decía el programa de mano repartida) ofrecida por ellos.

El cierre del festival estuvo espectacular con estupendos bailarines que enarbolaron las banderas de cada país participante del festival, el hermoso arreglo para orquesta y coro de Marcelo Valva: “Pinceladas Argentinas” que cantaron todos los coros participantes con el acompañamiento de la orquesta sinfónica de Buenos Aires y bailado (pues eran ritmos argentinos) por un grupo de agradables jóvenes que luego nos hicimos amigos de ellos.

Dejo esta nota final para Maximiliano Mancuso, que como decía una radio Guayaquileña hace años “no lo ves pero allí está”. De gran cultura musical, es un profesional de primera. Finalmente, cuando por fin el festival estaba terminado, lo vimos relajado, alegre, con el deber cumplido, otro éxito más de su abolengo y talento. Esperamos tenerlo en Guayaquil para devolverle la cortesía de no ser un extraño en Buenos Aires.